sábado, 12 de marzo de 2016
A los 50 años de la Fiesta Internacional de la Vendimia iqueña
LA TRADICIÓN DE LA VENDIMIA EN EL SIGLO XXI ó LA VENDIMIA, TRADICION EN EL SIGLO XXI
Ysabel Y. Goyas Ormeño
Era marzo e iniciábamos la década de los ochenta, caminaba con mi madre y mi abuela por la calle Ayacucho e íbamos preguntando a los transeúntes por donde venía el Corso. Llegando a la plazuela Barranca, avistamos a lo lejos los arreglos de los carros alegóricos, me subieron a una banca para que viera mejor el espectáculo y esperamos, la gente se reunía a ambos lados de la calle y recibía el saludo de las autoridades que abrían el desfile (los miembros de la CORDEICA y el club de Leones), recuerdo claramente lo que me sorprendió ver a un amigo de mi padre el recordado Ingeniero Gamaniel Velarde, quien vistiendo su chaleco amarillo con el logo del Club de Leones iba supervisando el orden para el paso de los carros, nos saludo y siguió con su labor (hoy recordándolo creo que eso influyo en mi vocación), me emocionaba ver los caballos de paso, las Estampas alegóricas alusivas a la campiña iqueña y sus tradiciones que presentaban las empresas distintivas de Ica, a la vez que algunos repartían regalos, mientras la población aplaudía los mejores carros. La expectativa era grande por ver a las reinas extranjeras y se especulaba sobre el carro que cerraría el espectáculo llevando a la soberana de turno, no recuerdo quien era, pero sí puedo evocar esa sensación de magnificencia que rodeaba el corso, que para mis cortos años era algo mágico, el público se emocionaba y al mismo tiempo esperaba que no lloviera. Año a año la asistencia al corso se convirtió en tradición familiar y aunque ya adulta he logrado conocer personalmente y hasta colaborar con algunos de los personajes que tanto admire entonces, debo admitir que la fiesta fue perdiendo ese brillo que recuerdo.
Reflexionando sobre el tema me di cuenta que durante años cometí un error común a todos los que siempre comentamos sobre la perdida de brío del “Festival Internacional de la Vendimia” y lo confundimos con la tradicional Vendimia Iqueña, así que creo que es necesario hacer la distinción.
La Vendimia es una tradición de nuestra campiña y todos alguna vez hemos participado de ella sin ir al Campo Ferial, como decía el lema de la Ruta de los Lagares el año pasado… “En Ica, la vendimia está en la campiña”, ¡no hay verdad más grande!. Retornando a mis recuerdos (que pertenecen al siglo XX), los meses de febrero y marzo eran muy esperados, porque como hasta hoy era el tiempo de la cosecha de la uva, es decir de la Vendimia y lo usual en mi caso era ir a Los Aquijes donde la Mamá Chela o a Cantoral donde el tío Lucho, paseábamos debajo de las parras con canastas en mano para ayudar a cortar la uva hincando con la uña, la yema que unía el racimo al tronco, poco a poco acomodábamos todo en las canastas de caña o cajones y las llevábamos a la casa que en Los Aquijes estaba en medio de la chacra y en Cantoral en el centro poblado. Si queríamos comer lavábamos el racimo en la acequia o sacábamos agua con una tacita de las botijas o tinajas donde se tenía el agua para consumir, luego al caer la tarde después de la comida se repartían mas racimos que a veces eran acompañados con mangos o pacaes y mientras que los chicos jugábamos los adultos comentaban sobre la cosecha, los secretos para obtener buen vinagre, pisco o vino, quien tenía la mejor cachina, cuanto iban a producir y cuando sería la “quema” de pisco.
El Festival de la Vendimia nace como una actividad para apoyar a los pequeños productores y a las empresas de Ica para vender sus productos, pues como ahora, no todos se desplazan al campo a comprar directamente y era necesario un espacio en la ciudad, lógico era que dicho Festival que empezó como una Feria, se diera en la fecha de la Vendimia al ser la fecha de la cosecha en Ica. El carácter de Internacional vino después, cuando la festividad empezó a atraer público y se traía artistas de renombre, estaba de moda para aquellos años la “Feria del Hogar” en Lima, y pasamos de la Avenida Matías Manzanilla al Campo Ferial, donde se apreciaban bellas exposiciones de caballos de paso, animales de crianza, plantas diversas, elementos para mejora de cultivos, control de plagas, nutrición de animales, artesanías, venta de frutas y alimentos de toda la provincia, los dulces y artesanías chinchanas, los espacios para degustar cachina, las vivanderas, los artesanos, los juegos mecánicos y el infaltable espectáculo de cantantes, fuegos artificiales, tardes para niños, concursos que destacaban los valores musicales iqueños, adicionalmente las empresas de Lima tenían espacios para exponer cosas que no veíamos en Ica, de modo que era interesante acudir en el día al festival, así que las familias iban en la mañana, dispuestas a quedarse en la tarde y parte de la noche, lo que implicaba que todo el consumo seria dentro del campo ferial, íbamos dispuestos a gastar. La coronación no le iba a la saga y se realizaba en los cine teatros de la ciudad donde las postulantes al cetro desfilaban por los pasillos vestidas de vendimia, al son de la canción del festival repartiendo uvas a los asistentes en su camino hacia el escenario, y era coronadas por periodistas o cantantes que eran traídos especialmente para la fecha.
En lo que va del presente siglo, puedo decir que el Festival al que asisto, no tiene relación con el Festival que recuerdo y aunque suene a muletilla, me ratifico en la frase … “todo tiempo pasado fue mejor”. Hemos reducido al Festival a la noche, ir en el día es solo ver las exposiciones de SENASA y el ministerio de Agricultura que estoicamente siguen presentándose, los espacios de exhibición son ocupados por empresas financieras o informativas, donde no hay novedad, los juegos mecánicos ya no llaman la atención y los niños solo se deleitan con los caballos de paso si coinciden con ellos, porque el año pasado no tuvieron el concurso canino, la artesanía es un espacio repetitivo donde todos venden lo mismo, (salvo honrosas excepciones), algunos productores exhiben sus productos vitivinícolas y apoyan la festividad a pesar del maltrato que reciben a veces, pues aunque no es mi afán ir a fondo sobre los problemas de identidad de los que adolece hoy el festival no puedo dejar de mencionar el oprobio que fue para los amantes de la tradición iqueña la inclusión de la cerveza, es decir de un derivado de la cebada en un festival de uva, en la edición del año 2014.
La tradición en la campiña se ha mantenido, aunque ahora llevamos agua embotellada y lavamos los racimos con agua potable, la pisa de uva es una tradición para mostrar al turista, en pleno siglo XXI la vendimia de la campiña sigue siendo tal, pero el Festival se quedo en el tiempo, le falto adaptarse, necesita más cariño y sobre todo dedicación, menos personalismo y más sentido de tradición. La vendimia en el siglo XXI ha retornado a la campiña, pero necesita que su espíritu se represente en el campo Ferial a través del Festival Internacional, para quienes no tienen la dicha de poder ir a disfrutarla al campo… menuda tarea, pero hermosa, seamos conscientes de que no se lograra a corto plazo pero que cada uno puede contribuir con ella, este artículo es prueba de que creo en ello.
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